JORNADA DE ACTUALIZACIÓN CIENTÍFICO-TECNOLÓGICA
Los galardones otorgados en Física, Química, Medicina y Economía fueron el eje central del encuentro que abordó los últimos avances en dichos campos y su vinculación con las líneas de trabajo del instituto.

El premio Nobel de Física 2025, si bien galardonó a un paper de 1985, se le otorgó ahora debido a que sentó las bases de lo que hoy en día conocemos como tecnologías cuánticas y segunda revolución cuántica.
La investigación había puesto el foco en las Junturas Josephson para comprobar que la física cuántica no sólo estaba destinada a fenómenos microscópicos (partículas, átomos) sino también a los macroscópicos. Justamente aquí es donde se puede encontrar la relación con el INTI.
“Hoy en día en el INTI tenemos mucha experiencia de esto, pero en aquel momento, en los años ochenta, esto era algo muy novedoso que la gente buscaba hacer, y la respuesta estuvo en que había que mirar las Junturas Josephson (que también se ganó el Nobel anteriormente) y el efecto túnel” señaló Mariano Real, del Departamento de Metrología Cuántica.
Por su parte, Ricardo Iuzzolino, del mismo Departamento, mostró cómo llegó este efecto a la Metrología y el modo en que se utiliza en los laboratorios del INTI desde hace varios años: “Tenemos distintas aplicaciones y distintos sistemas en el laboratorio, como el convencional, el programable y el pulsado. En Metrología usamos este efecto como patrón de tensión eléctrica hace años y el último que estamos trabajando es el Sistema Pulsado y Sistema JAWS (Josephson Arbitrary Waveform Synthetizer) para la generación de señales eléctricas alternas y arbitrarias.
En el caso delobel de Química, este año se le otorgó al desarrollo de estructuras metalorgánicas (MOFs, por sus siglas en inglés) una nueva arquitectura molecular con grandes espacios internos por los que pueden fluir gases y otras sustancias.
“Los MOFs son materiales que se pueden pensar como una suerte de superesponja superestable con muchísima área interior para absorber otras moléculas, y que es muy regular en el espacio, y a la que uno le puede cambiar el tamaño del poro y le puede cambiar el interior químico, lo que abre la posibilidad de un montón de aplicaciones distintas” describió Gabriel Ybarra del Departamento de Nanomateriales Funcionales. Entre las aplicaciones de estos materiales se encuentran la captura de gases tóxicos, la purificación de agua, el almacenamiento de hidrógeno y metano, la captura del dióxido de carbono atmosférico, la liberación controlada de fármacos, la obtención de agua potable del aire o del desierto, los catalizadores de reacciones químicas y los sensores.
“En el INTI se están desarrollando iniciativas en la captura de gases: en energías renovables y en el uso de hidrógeno como vector energético, como una forma de almacenar energía”, destacó Ybarra.
María Laura Matos, de la Dirección Técnica de Biotecnología, disertó sobre este galardón que laureó a los investigadores que descubrieron cómo el sistema inmune evita atacar los propios tejidos del cuerpo. Identificaron un tipo especial de células inmunes llamadas células T reguladoras que actúan como “guardianes” del sistema inmunitario, impidiendo respuestas inmunes agresivas contra el propio organismo.
Descubrieron además el gen FOXP3, que regula la formación de esas células T reguladoras. Cuando ese gen está alterado, pueden surgir enfermedades autoinmunes graves. Este desarrollo tiene implicaciones muy prometedoras para el tratamiento de enfermedades autoinmunes como el Lupus, la Artritis reumatoide, la Diabetes tipo 1, entre otras. También es muy relevante para las terapias de transplantes y la inmunoterapia del cáncer.
Este descubrimiento habilita nuevas estrategias médicas que van desde “suprimir” respuestas inmunes excesivas (autoinmunidad) hasta “modular” esas respuestas para beneficio de determinados tratamientos como en los del cáncer o en trasplantes.
Los ganadores del Premio Nobel de Economía 2025 centraron su trabajo en comprender cómo el avance tecnológico interactúa con las variables económicas y contribuye a explicar el crecimiento sostenido. Tal como expuso Verónica Cesa, de la Subgerencia de Transferencia Tecnológica, sus aportes se desarrollan en dos enfoques complementarios.
Por un lado, desarrollaron un modelo de crecimiento endógeno que incorpora el proceso de "destrucción creativa" como motor del progreso económico. Este concepto explica que las sucesivas innovaciones reemplazan tecnologías, productos o empresas previas. Así, generan progreso económico, pero también implican pérdidas para los monopolistas o agentes vinculados a la tecnología desplazada. El modelo muestra que las expectativas de los agentes sobre la innovación futura influyen en su decisión actual de invertir en investigación. Si las empresas anticipan que sus propias innovaciones podrían quedar obsoletas rápidamente, pueden verse desalentadas a invertir en investigación. Sin embargo, es precisamente este proceso de reemplazo y renovación, la "destrucción creativa", lo que impulsa el crecimiento económico sostenido a largo plazo.
Por otro lado, se analizaron las condiciones históricas que hicieron posible que la innovación se convirtiera en un motor permanente del crecimiento. Según el paper, el cambio decisivo se produjo entre los siglos XVI y XVII, cuando comenzaron a combinarse dos tipos de conocimiento: el proposicional (el “saber qué” y “saber por qué”, propio de la ciencia) y el prescriptivo (el “saber cómo”, que remite a técnicas, métodos e instrucciones prácticas) sentándose así las bases de las transformaciones científicas, tecnológicas y productivas que marcarían los siglos posteriores. Para que la innovación se traduzca en crecimiento, además, es necesario contar con conocimientos comerciales que permitan transformar ese saber en bienes y servicios concretos. Y, finalmente, se subraya un elemento esencial: las sociedades deben estar abiertas al cambio. El progreso tecnológico no sólo crea oportunidades y ganadores, sino también desafíos y perdedores. Aceptar y gestionar esa dinámica es clave para sostener el crecimiento a lo largo del tiempo.
En este sentido, el INTI cumple un papel clave al acompañar a las empresas en sus procesos de cambio tecnológico, ayudando a que la destrucción creativa se transforme en oportunidades de mejora productiva y no en pérdida de competitividad.
Tal como plantea Joel Mokyr, el crecimiento sostenido requiere integrar el conocimiento científico con el técnico y productivo. En esa articulación, el INTI desempeña un rol fundamental: traduce el conocimiento científico en soluciones concretas para la industria a través de sus capacidades metrológicas y del desarrollo de nuevas capacidades tecnológicas. La transferencia la realiza mediante proyectos asociativos público-privados, sus servicios técnicos, de metrología, ensayos y asistencia técnica. De este modo, fortalece la capacidad innovadora del sector industrial y contribuye a transformar el conocimiento en valor económico y social.
Los laureados 2025
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