Compartimos la carta de agradecimiento y despedida de Patricia Hidalgo, y unas palabras de sus compañeras y compañeros del Jardín.
Hoy quiero agradecer:
Al INTI la posibilidad de trabajar en nuestro querido jardín.
A los padres por confiarme a lo más valioso de sus vidas, sus hijos.
Y por sobre todo a mis maravillosos alumnos que me dieron tanto, pero tanto amor, brindado y demostrado según su edad, con una caricia, con una sonrisa, extendiendo los brazos, con un abrazo, con un “te quiero seño”, viniendo a saludar estando ya fuera del jardín en los diferentes niveles.
Cada alumno forma parte de uno y siempre alguna cosa nos trae a la memoria un recuerdo. Es lo más maravilloso de nuestro trabajo, la huella que dejan nuestros alumnos en nosotros y la nuestra en ellos. Ese ida y vuelta que nos retroalimenta el corazón y el alma. Algo que ni siquiera una pandemia pudo borrar: anécdotas, vivencias que han quedado grabadas a fuego en mi corazón.
Siempre me dicen en mi casa “mamá, a vos no te cuesta ir a trabajar, amás y disfrutás tu trabajo”. Y es así, ese es el secreto de la vida, amar lo que uno hace, hacerlo con pasión.
A los exalumnos que hoy trabajan en el INTI y me traen a sus hijos, en los cuales encuentro algún rasgo de mi alumno. Verlos adultos y saber que formé parte de su vida. La primera vez, llegué a casa y dije “soy abuela”.
A los padres que me cruzo por el parque y me cuentan que se recibieron, que se casaron, que son papas… y a mi memoria viene la imagen de ese infante jugando con sus amigos.
Cómo llena el corazón cuando me entero que una exalumna se convirtió en jardinera.
A mis compañeros con quienes tengo tantos recuerdos de momentos compartidos, algunas que tuve la dicha que fueran maestras de mis hijas. Tantos festejos, campamentos, el día a día, los mates… tantos amigos.
Cuando tenía que elegir el secundario por la orientación, cada familiar quería una cosa diferente y de hecho fui perito mercantil para conseguir trabajo, a pesar de tener ya decidido que quería ser docente de jardín por esa gran huella que dejaron mis maestras, seguramente. Como les decía, tenía a toda la familia en contra, “te vas a morir de hambre, vas a terminar cambiando pañales”. Empecé en oficina y luego, trabajando, hice el profesorado. Y si bien no me hice millonaria en cuanto a ingresos, lo hice en relación a todas las satisfacciones y el amor puro que me dieron los chicos. Esos millones no monetarios, pero tan tangibles, son los que hacen que me broten las lágrimas al despedirme.
Son 36 años, muchos, toda una vida. Se me hace un nudo en la garganta, me llena de emoción y me saltan las lágrimas. El INTI tiene una gente única, en cada momento bueno o malo la gente estuvo presente. Porque siempre sostengo lo mismo, aunque haya distintas ideologías o diferencias, ante una cosa grave eso se deja de lado y cada uno colabora desde donde puede, o desde lo que sabe. Con la palabra, escucha, oración, plata o con sus conocimientos.
Por todo esto es tan fuerte jubilarse, aunque uno tenga diferentes proyectos de vida.
Gracias a todos, en este lugar queda una parte de mi corazón.
Los quiere mucho,
La seño Pato
Hoy ha llegado a su fin una etapa de esfuerzo, trabajo y anhelos por cumplir para poder emprender nuevos caminos en medio de emociones que se mezclan.
Hemos tenido el privilegio de compartir muchos años juntos, que nos dejan un hermoso recuerdo de alguien que ha desbordado con su amor a niños y adultos teniendo siempre una palabra de aliento en los momentos difíciles.
Siempre con una sonrisa y con la paciencia única que te caracteriza. Eternamente comprometida con el hermoso arte de educar, profesión que llevás en el alma. Una gran persona y maestra.
Te deseamos el mejor de los éxitos en este nuevo camino a transitar.
Que seas muy feliz hoy y siempre.
Te queremos infinitamente,
Tus compañeros del Jardín
