LA TECNOLOGÍA Y LA ECONOMÍA SOCIAL
Nada en el campo social o político puede ser construido de manera solvente y sustentable si no se conoce y se respeta la Historia. En nuestro caso, hemos llegado a esta instancia, de construcción de marcos de análisis y propuesta para la economía social, algo mas de una década después de ser un país de pleno empleo. No lo estamos haciendo centralmente, como una instancia ética superadora de los valores de una sociedad con relaciones de trabajo que puedan no ser deseables, como pensaron los cooperativistas de la primera mitad del siglo 20. Lo estamos haciendo como una forma de recuperar el trabajo para todos. Esto implica un riesgo especial y de relevancia. Muchos de nosotros estamos convencidos que son bienvenidos los esfuerzos por hacer crecer la economía formal y con ello aumentar las oportunidades de trabajo asalariado, capacitación mediante. Como Instituto Nacional de Tecnología Industrial, el INTI está comprometido con este esfuerzo de muchas maneras distintas. Pero creemos que esto no alcanza para asegurar el trabajo para todos, por razones que hemos explicado largamente en otros documentos. Por lo tanto, colaboramos muy activamente con la concepción y ejecución de programas para producir bienes con y para los mas necesitados, así como para construir vínculos entre estos emprendimientos y la actual economía formal. El riesgo a que hacemos referencia mas arriba tiene múltiples facetas, pero se origina en una causa central: Un posible diagnóstico equivocado, que llevaría a propuestas frustradas y frustrantes. Podemos pensar que lo esencial es una superación de las relaciones capitalistas de producción, cuando hoy y aquí las necesidades básicas insatisfechas son prioridad y de carácter dramático. Podemos pensar que cualquier tecnología de producción es válida – lo cual quiere decir restar importancia al problema de la eficiencia y la productividad -, cuando en la memoria de muchos de los protagonistas está su propia vida de trabajadores calificados y además tenemos la necesidad objetivo de no dilapidar el esfuerzo humano.
Podemos pensar que los desocupados pueden convertirse en emprendedores exitosos por la sola decisión de serlos y en última instancia asignarles, a quienes fracasen. la responsabilidad de su situación. Quienes tomamos la iniciativa de este tipo de reuniones o del diseño e implementación de sistemas que buscan la solución en gran escala, no vivimos en nuestro estómago y en nuestra piel el drama de la indigencia. Ese hecho nos da una posibilidad y nos crea obligaciones. Nos permite pensar con compromiso pero sin desesperación. Nos obliga, en cambio, a fijar los objetivos que sean mas útiles para aquellos con quienes pretendemos colaborar. Nos obliga a pensar en como hacer reaparecer ilusiones en el otro, mas que en fortalecer las utopías propias. En este marco de prudencia conceptual, casi de prejuicio sobre nuestra posibilidad de equivocarnos, es que participamos en los ámbitos de la economía social.
PARA QUIEN PRODUCIR
Nos negamos – categóricamente nos negamos – a pasar rápidamente por este interrogante, postulando que los participantes de la economía social deben producir para el “mercado”, como figura abstracta, mera reiteración del concepto de mercado neoliberal. Lo vemos de un modo bien distinto. Creemos que hay que producir para quienes puedan comprar – para el consumidor tipo – pero también, y ante todo, para corregir el subconsumo de los deciles inferiores en la distribución del ingreso.
CÓMO PRODUCIR Y DISTRIBUIR
Lo anterior lleva a pensar mas allá de la organización productiva, o de cómo comprar o subsidiar la compra de los equipos necesarios. Obliga a pensar en formas colectivas de producción y de distribución, que mas que eludir el mercado, contribuyan a construirlo, a través de aprovechar el único capital que poseen los pobres: su propia fuerza de trabajo. Esto significa sumar al micro emprendimiento o a la acción individual, la organización comunitaria que aplica parte de sus miembros a producir bienes que son ante todo demandados por la propia comunidad. Significa pensar en centros de acopio y distribución. Pensar en créditos y débitos vinculados al
aporte de trabajo, cuando el dinero es el bien escaso. En definitiva: encontrar el modo operativo compatible con el hecho de producir para satisfacer necesidades básicas, donde no se puede configurar un mercado tradicional, porque no se dispone de suficiente demanda en términos monetarios.
QUE TECNOLOGÍA UTILIZAR
Aquí quiero también ser categórico. Toda organización productiva, especialmente en el caso de la economía social, en que nada sobra, debe buscar maximizar la eficiencia con que utiliza su fuerza de trabajo. Este concepto tiene una expresión práctica que es función del capital disponible para contar con máquinas y herramientas. Si el proyecto dependiera exclusivamente de un grupo en la base social, es probable que la situación sería crítica en cuanto a la posibilidad de contar con equipos. Allí sería necesario pensar en un “capitalismo sin capital”, que buscara usar con el mejor criterio los recursos a la mano. Sin embargo, debemos bregar porque estas situaciones no existan. Es en este plano donde el aporte del sector público se hace crítico e inexcusable. Cualquier subsidio a la inversión sensata, es preferible a un subsidio al consumo. Hay una larga historia en esta tema, a nuestro juicio lamentable. Durante los 20 años desde el retorno a la democracia, se vienen administrando planes asistenciales vinculados al consumo. En paralelo, con poca continuidad, escasos recursos y condicionamientos equivocados del Banco Mundial – financista externo de estas líneas – se ha apoyado programas de subsidio al capital para infraestructura social y aún en menor proporción, para la manufactura de bienes. En este momento tenemos una nueva oportunidad, que no deberíamos desaprovechar. Mientras los repartos de comida se sabe cuando comienzan pero nunca cuando y como terminan, los planes para equipamiento han sabido ser remedos de los créditos para la economía formal, solo que sin compromiso de devolución del dinero. En lugar de esa historia, se requiere promover la evaluación previa, buscando una organización técnicamente apta; acompañar los emprendimientos con asistencia técnica; ayudar a la formación de redes de distribución.
Los proyectos productivos nacidos en la base social deben dejar de ser considerados paliativos temporarios mientras la economía formal recupera su capacidad de dar empleo. Deben ser parte de una propuesta integral de recuperación de la cultura del trabajo eficiente y como tales deben estar a caballo de las políticas de asistencia y de producción. Con este sentido es que el INTI, organismo típico de asistencia técnica a los actores de la economía formal ha promovido y se compromete en plenitud con la red de Apoyo al Trabajo Popular. Por eso hemos buscado fondos para poder ejercitar el préstamo a pequeños emprendimientos y mostrar en la práctica las ventajas de un acompañamiento de los proyectos aprobados. Por eso también hemos movilizado a varios de nuestros centros para pensar en las necesidades tecnológicas de la muy pequeña escala y de la base social. En esta dirección, hemos culminado una primera etapa, creando hace pocos días una Unidad de Soluciones Tecnológicas para la red ATP, buscando así darle identidad a este esfuerzo. Como un instrumento adicional, hemos decidido auspiciar con fuerza las ferias de productores, con asistencia técnica de nuestra organización a todos quienes participen en ellas, de manera de jerarquizar ante los consumidores la presencia de esta oferta.
NUESTRAS CONSIGNAS
Creemos en un conjunto de cosas simples de expresar y complejas de transformar en soluciones a nuestra problemática:
PENSAR PARA FAVORECER A LOS POBRES NO ES LO MISMO QUE SER POBRE.
SE DEBE PRODUCIR BIENES EN LA BASE SOCIAL PARA SATISFACER NECESIDADES DE LA BASE SOCIAL, AUNQUE NO SE DISPONGA DE CAPITAL Y AUNQUE NO SE DISPONGA DE CAPACIDAD DE COMPRA.
ES MEJOR DISPONER DE CAPITAL Y DE CAPACIDAD DE COMPRA. EL ESTADO PUEDE Y DEBE AYUDAR EN LOS DOS PLANOS.
EL ESFUERZO HUMANO DEBE SER USADO DE MANERA INTELIGENTE Y AHORRATIVA, EN CUALQUIER CONDICIÓN DE DISPONIBILIDAD DE CAPITAL.
LAS ORGANIZACIONES DEL SECTOR PÚBLICO DEBEN HACERSE CARGO DE CONCRETAR EN HECHOS ESTAS IDEAS FUERZA, EN CONJUNTO CON LAS ORGANIZACIONES DE LA BASE SOCIAL.
Enrique M. Martínez Presidente del Instituto Nacional de Tecnología Industrial 29 de marzo de 2004
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