Aportes
número 13 | julio de 2011
evitar la inflación y no matar la equidad en el intento
Aportes
Es una serie editada por el INTI. Los trabajos seleccionados están orientados a ampliar el conocimiento en diferentes temas de interés tecnológico.
Material gratuito de difusión interna.
Selección: Ingeniero Enrique Mario Martínez
evitar la inflación y no matar la equidad en el intento
Enrique M. Martínez
Índice
Introducción
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Primer plano: reducción del precio de bienes básicos
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Segundo plano: creación de opciones de consumo o
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inversión que amplien el menú de uso de recursos
para los sectores pudientes
Conclusión y recapitulación
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Introducción
Argentina aún tiene pobreza y tiene inflación. Son las dos señales más primarias de problemas pendientes de solución en algún rincón de nuestro tejido productivo y social.
La pobreza es un concepto de dimensión superior a la economía. Entenderla y resolverla exige entender la estructura más profunda de una sociedad, el modo en que nos vinculamos para producir, para distribuir y también para educar o para definir nuestras formas de gobierno. Casi todo aspecto imaginable de la vida de una sociedad tiene algún efecto – positivo o negativo – sobre el nivel de pobreza. No habrá documento corto que la pueda abarcar.
La inflación, por el contrario, parece ser una variable económica casi directa. Al menos eso creen los economistas desde tiempo inmemorial.
Es producto – dicen – de los desajustes físicos entre oferta y demanda. Concretamente, si hay un exceso de demanda de algún bien o servicio y la oferta no puede acomodarse con agilidad a ese reclamo, los oferentes optan por aumentar los precios.
Aún dentro de la lógica ortodoxa la cuestión es mucho más compleja de lo que se acaba de señalar. Sin embargo, la receta liberal tradicional parece fundada estrictamente en ese principio primario de asignar la causa al exceso de demanda, ya que se propugna reducirla, mientras se espera que se aumente la oferta. O más categórico: trasladar tenencias monetarias desde la demanda (los consumidores) a la oferta (los empresarios), para que éstos tengan los recursos para invertir y expandir su producción.
Esto se intenta congelando los salarios y jubilaciones, disminuyendo el empleo público, reduciendo el crédito para financiar el consumo, como ideas básicas.
En términos directos, la receta antiinflacionaria ortodoxa siempre perjudica más a los consumidores que al resto de los roles sociales. Por supuesto, los consumidores más humildes son los más dañados.
Ante el fracaso de ese camino, la ortodoxia ha reiterado una política que solo pueden concretar los que tienen la sartén por el mango: reinventarse a sí misma. Ahora considera teoría obsoleta la reducción compulsiva del consumo y sostiene que hay que trabajar sobre las expectativas. Lo cual, en términos prácticos no significa nada concreto y lleva una vez más al camino anterior, solo que disimulado.
Los gobiernos populares han denostado la solución ortodoxa. Sin embargo, el punto frágil de ese planteo, es que la alternativa que normalmente aparece es convivir con la inflación y considerarla un mal menor.
Efectivamente, puede y debe ser considerada un mal menor respecto del ajuste, pero tal vez valga la pena hacer un esfuerzo adicional, por pensar en términos menos monetarios y más estructurales, de manera de acumular un conjunto de acciones que pueden reducir la inflación sin caer en la inequidad.
A continuación se presentan algunas iniciativas que valen por sí mismas, pero que además construyen escenarios, formas de mirar la cuestión, que pueden inducir a otros a agregar medidas en la misma dirección.
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Primer plano: reducción del precio de bienes básicos
En alimentos e indumentaria, sobre todo el primer sector, podríamos decir que en Argentina tenemos un problema originado en la abundancia. Como país gran productor de alimentos, cuyos precios además se mantuvieron bajos en el mercado internacional durante generaciones, nos acostumbramos a pensar – y era cierto – que la inflación no se originaba en este rubro.
Pero varias cosas cambiaron en los últimos años.
El comercio internacional de alimentos siguió el mismo proceso de concentración que se había concretado en la industria alimenticia norteamericana para el mercado interno y a él lo acompañó la globalización de las industrias e hipermercados líderes, reduciendo enormemente la competencia.
Por su lado, Estados Unidos inició una demencial carrera para producir agro combustibles utilizando tierras agrícolas aplicadas hasta entonces a la producción de alimentos, generando así un modelo que se diseminó por varios países.
Los dos factores - mayor control de corporaciones sobre eslabones clave de las cadenas de valor y reducción de la oferta de algunos bienes críticos – invirtieron la tendencia y hoy los precios de los alimentos crecen en el mundo más que los de los bienes industriales, con proyecciones que indican que esta situación será sostenida.
En consecuencia, pasa a ser necesario aplicarse a resolver las ineficiencias de las cadenas de valor alimenticias en el país, que no eran prioridad cuando aún con ellas los productos eran relativamente baratos, pero que ahora no pueden ser ignoradas. A mi criterio hay dos categorías a encarar: a. Los eslabones que no agregan valor, sino que obtienen un beneficio del resto, en función pura de intermediarios obviables. b.La concentración tanto en la industrialización como en la comercialización.
El primer aspecto es especialmente crítico en las cadenas de productos frescos, como frutas y hortalizas y medias reses bovinas. También es crítico en toda la comercialización de indumentaria o calzado, donde el segmento comercial retiene para sí una fracción del precio superior a todas las etapas anteriores acumuladas.
Los llamados mercados de productores, donde se vinculan éstos directamente con los consumidores, pueden y deben dejar de ser una curiosidad pseudo folklórica o ámbitos que surgen por impulso momentáneo de organizaciones barriales o políticas. Deben pasar a ser espacios pautados, con identidad de edificio, de marca y de funcionamiento, donde la política pública se concentre en crear la infraestructura necesaria, además de facilitar la logística para que los productores de cualquier dimensión puedan acceder. La asistencia técnica en los procesos productivos también es un componente necesario en un esquema como el descrito.
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En el caso específico de la indumentaria o el calzado, los márgenes apropiados por la comercialización y las marcas que se apoyan en publicidad importante son tan enormes, que aparece como consecuencia natural el conocido drama del trabajo en negro y como en una secuencia sin límite, el trabajo esclavo e infantil. El objetivo en este caso debe ser también vincular a los productores en forma directa con los consumidores. Aparece, sin embargo, el problema casi existencial de que para ello es necesario identificar cabalmente a los reales productores, tanta es la cúpula de explotación y sometimiento montada sobre los talleres de indumentaria o de calzado.
En cuanto a la concentración, ya se ha comentado algo acerca de la que se da en la etapa de comercialización. Se puede agregar aquí que además de los mercados de productores, ámbitos gubernamentales debieran disponer de espacios en hiper comercios, a los que se debería poner a disposición de los productores no incluidos por esas corporaciones en su listado de proveedores.
La concentración en la producción de alimentos, a su turno, en ningún caso tiene motivos tecnológicos, que impliquen disponer de un conocimiento privado, con una ventaja indescontable en el mercado. Por el contrario, se trata de la culminación de procesos de absorción o de cierre de empresas menores, fundados en una capacidad financiera diferencial para afrontar las crisis del pasado. Ese proceso, sin embargo, ha superado largamente su límite de ineficacia, ya que al presente productos básicos como la leche, los pollos e incluso muchas hortalizas se transportan centenares de kilómetros para ser procesados y luego otro tanto para ser consumidos, trasladando todos esos sobre costos a los consumidores.
Es un momento donde se requiere descentralizar la producción e industrialización y a la vez vincular las nuevas fábricas con los consumos del ámbito donde estén instaladas. Desde la reaparición de los cultivos de trigo en los valles de Chubut, con su molienda en la zona, hasta la sistematización de la industrialización de la llama en Jujuy, hay toda una enorme gama de actividades de producción de alimentos, que quedan como asignatura pendiente, a la espera que acordemos que éste es un camino necesario para dos objetivos simultáneos: distribuir con mayor equidad espacial el tejido productivo y reducir la inflación.
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Segundo plano: creación de opciones de consumo o inversión que amplien el menú de uso de recursos para los sectores pudientes
Hay una clase media importante en Argentina, que se ha fortalecido en todos estos años, tanto en términos de su poder adquisitivo, como en cuanto a la proporción de la población que la compone, por el ascenso a esa condición de sectores más humildes.
Ese sector está en una situación paradojal. Tiene capacidad de consumo para adquirir los bienes básicos y además bienes más o menos prescindibles, pero que forman parte del entorno moderno. El auto, el teléfono móvil, el televisor de plasma, suelen estar en cada hogar de clase media, con renovación aún más frecuente de lo que su atraso o deterioro ameritaría. Sin embargo, una fracción importante tiene serias dificultades o simplemente le resulta imposible acceder al elemento clave de la seguridad familiar: la vivienda propia. El salto de magnitud entre los consumos durables y una vivienda no puede ser implementado por la gran distorsión de tasas de interés todavía vigente en el sistema financiero. Hay un doble resultado de esta situación: a. Una insatisfacción importante por la frustración de expectativas. b.Una presión inflacionaria porque si no se llega a la casa, se cambia el auto con frecuencia, se hace cola en los restaurantes, se dispone de dos celulares y así siguiendo.
A mi criterio, resolver el problema de la vivienda para la clase media es esencial para fortalecer el tejido social y aunque no se establezca usualmente la vinculación conceptual, también para desincentivar la inflación. El efecto, en tal caso, sería una espiral positiva, porque si se abre masivamente este canal de inversión, la baja de inflación debería inducir la baja de tasas de interés y así siguiendo.
Hay otra iniciativa que se puede tomar en la misma dirección – ampliar el menú de inversiones de la clase media – que no ha sido implementada nunca en Latinoamérica y a mi juicio sería de gran relevancia política y económica.
Paso a justificar comentario tan pomposo. En todo país moderno, la clase media es quien frena los procesos de transformación o quien los promueve. Que suceda una u otra cosa depende de múltiples factores, pero su carácter decisorio no puede ser ignorado por quien diseñe políticas públicas. En este sentido, un componente clave de tales políticas, a mi juicio, es un trabajo para vincular el imaginario de la clase media con el destino del país. Vale decir, para que esos compatriotas aumenten su convicción de que su destino está asociado al del conjunto y además, de que su tarea aporta a ese destino.
Esto no será resultado de simple prédica, por inteligente e intensa que ella sea. Además de eso, se requiere construir vínculos inteligentes, que muestren en términos prácticos el beneficio colectivo de pensar y actuar en comunidad.
En Estados Unidos, hubo varios hechos estructurales en esa dirección. Algunos de ellos, como la colonización del Oeste Norteamericano fueron procesos más democráticos que los ocurridos aquí y sirvieron como argamasa para construir ese tejido social al que se hace referencia más arriba. En cualquier caso, esa es una instancia irrepetible.
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Otro de los hechos fue la participación masiva de los ciudadanos en la propiedad de sociedades anónimas, a través de la Bolsa. Hacia 1970, antes de que comenzara la hegemonía de la especulación financiera en bonos y derivados, más del 50 por ciento de los adultos era propietario de acciones de empresas que cotizaban en Bolsa y tenían como ingreso complementario sus utilidades, distribuidas año a año. En nuestro país no se dio un fenómeno ni siquiera parecido. Los ahorros de la clase media siempre se derivaron a la tenencia en moneda extranjera – los más prudentes – o a la especulación en papeles y bonos de todo tipo.
Creo que es el momento preciso para intentarlo. Hoy la clase media más pudiente paga impuestos a las ganancias, sea por sus salarios en relación de dependencia o por su actividad independiente.
Para ese sector, puede formularse un escenario de inversión en actividades productivas, a través de un Fondo Nacional de Equidad Productiva y Territorial, que sea el responsable de ejecutar emprendimientos en la Argentina más postergada. Los recursos de ese Fondo deberían provenir del aporte voluntario de una fracción del impuesto a las ganancias de cada contribuyente, que a cambio de eso obtendría una participación accionaria en el proyecto global. Esta participación podría ser transferida a terceros no corporativos, en el mediano plazo, o retenida, percibiendo anualmente las utilidades que generen los emprendimientos.
Es decir, más allá de cualquier tecnicismo: A costo real actual nulo y con una expectativa futura de ingresos, quienes aportaran pasarían a formar parte de un programa de desarrollo nacional. Cada uno de ellos sería dueño de un pedacito de ese programa.
Esta iniciativa, implementada con la debida grandeza política, generaría los siguientes escenarios favorables:
1. Construcción de tejido industrial en las zonas más desfavorecidas del país, con criterios de evaluación para los proyectos que pondrían como referencia solo el mantenimiento del valor del capital invertido y algún modesto adicional, en lugar de las tasas de retorno empresarias, mucho más altas.
2. Generación automática de la producción de bienes y servicios que son periféricos a las industrias a instalar, que no necesitan promoción pública de ninguna naturaleza, más que la instalación de la planta madre.
3. Involucramiento de centenares de miles de compatriotas en el destino de regiones y sectores a los que se han vinculado solo como turistas o consumidores. Este vínculo es condición necesaria para pensar el país en grande.
4. En cuanto a la inflación, no solo ayudaría a reducirla a través de la expansión de la oferta de bienes básicos, sino que además, al aceptar el Fondo aportes adicionales a los provenientes de la desgravación, induciría a los participantes a aumentar su inversión y limitar sus consumos superfluos.
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Conclusión y recapitulación
. La inflación siempre es un problema. No debe ser negada ni desvalorizada. . Es imperioso encontrar caminos para evitar la inflación, sin generar inequi-
dad. . Hay por lo menos cuatro líneas de acción en tal sentido: a. Reducir la intermediación que no agrega valor en bienes básicos, especial-
mente alimentos y vestimenta. b.Aumentar la oferta de bienes básicos a través de industrias locales, disemi-
nadas por todo el país. Desconcentrar así todo sector de bienes de consumo. c. Hacer masivamente accesible la vivienda a la clase media y media baja, deri-
vando allí excedentes que hoy van al consumo superfluo. d.Construir un canal fuerte para orientar inversiones de los sectores más
pudientes, que permita construir tejido industrial en las zonas más postergadas, generando trabajo, equidad y menor inflación.
Enrique M. Martínez 1 de julio de 2011
aportes i – Las empresas de los países en vías de desarrollo en la economía mundial:
poder y mejora de las cadenas globales de valor. aportes ii – Estrategias de sustentabilidad, raíces, estado y desafíos. aportes iii – Visión de un mundo sin pobreza ni inseguridad económica. aportes iv – Desarrollo desigual y combinado: cómo comprender las exportaciones de software de la india. aportes v – El significado estratégico y de uso de recursos de un nuevo modelo de aprendizaje. aportes vi – Energía: ¿Producir más o consumir menos? aportes vii – Desarrollo Sustentable. Definiciones, principios, polìticas. aportes viii – "La Tecno Ciudadanía" - Fortalezas y debilidades de un cambio de paradigma. aportes ix – "Seis Pilares" - Pensar futuros para la transformación. aportes x – Agricultura alternativa y seguridad alimentaria. aportes xi – Innovación, sostenibilidad y desarrollo. El rol de la ciencia y la tecnología. aportes xii – La creación de valor en la era del capitalismo distributivo. aportes xiii – Evitar la inflación y no matar la equidad en el intento.
La serie de aportes puede leerse en http://www.inti.gob.ar/aportes.htm
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